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martes, 26 de julio de 2011

Pablo; acerca de que las mujeres hablen en la iglesia

por Benjamin B. Warfield
 Publicado originalmente en el periódico The Presbyterian,  el 30 de octubre de 1919


He recibido recientemente una carta de un apreciado amigo que pedía que le envíe una «discusión de las palabras griegas laleo y lego en pasajes tales como 1.ª Corintios 14:33-39, con especial referencia a la pregunta: ¿Prohíbe el versículo 34 a todas las mujeres en todas partes hablar o predicar en público en iglesias cristianas?»

Requiere decirse inmediatamente que no hay problema con referencia a las relaciones de laleo y de lego. Aparte de sutiles detalles de interés puramente filológico, estas palabras se hallan relacionadas la una con la otra exactamente de la misma manera  que lo están las palabras españolas hablar y decir; es decir, que laleo expresa el acto de hablar, mientras que lego se refiere a lo que es dicho. Siempre, pues, que el hecho de hablar, sin referencia al contenido de lo que se dice, debe ser indicado, se utiliza laleo, y debe ser utilizado. No hay nada descalificador o despreciativo en lo que sugiere la palabra, así como tampoco lo hay en nuestra palabra hablar; aunque, por supuesto, puede en alguna ocasión ser utilizada en términos despreciativos como también lo puede ser nuestra palabra hablar (como cuando algunos de los periódicos insinúan que el senado está «entregado a meras palabras»). Esta aplicación descalificadora de laleo, sin embargo, nunca ocurre en el Nuevo Testamento, aunque la palabra se utiliza con mucha frecuencia.

La palabra está en su lugar correcto en 1.ª Corintios 14:33 y siguientes, y necesariamente conlleva allí su significado simple y natural. Si necesitáramos de algo para fijar su significado, sin embargo, ello lo determinaría su uso frecuente en la parte precedente del capítulo, donde se refiere no solamente a hablar en lenguas (que era una manifestación divina, e ininteligible solamente debido a las limitaciones de los oyentes), sino también al habla profético, el cual se declara directamente que es “para edificación, exhortación y consolación” (v. 3-6). También su sentido sería más pungentemente determinado, sin embargo, por el término que pone en contraste aquí: “callen” (v. 34). Aquí se nos define directamente laleo: “las mujeres callen, porque no les está permitido hablar.” «Callar – hablar»: son dos cosas opuestas; y la una define a la otra.

Es importante observar, ahora, que el eje alrededor del cual gira la prescripción de estos versos, no radica en la prohibición de hablar tanto como en el mandamiento del silencio. Ésta es la prescripción principal. La prohibición de hablar se introduce seguidamente sólo para explicar el significado de forma más completa. Lo que Pablo dice en breve es: “las mujeres callen en las iglesias.” Eso seguramente es suficientemente directo y específico para suplir todas las necesidades. Él entonces agrega la explicación: “Porque no les está permitido hablar.” “No está permitido” es una apelación a una ley general, válida aparte del mandamiento personal de Pablo, y se conecta atrás con las palabras precedentes: “Como en todas las iglesias de los santos.” Él sólo está exigiendo a las mujeres de Corinto que se conformen a la ley general de las iglesias. Y ése es el significado de las casi amargas palabras que agrega en el verso 36, con las cuales  (reprochándoles por la innovación de permitir que las mujeres hablen en las iglesias) él les recuerda que ellos no son los autores del Evangelio, ni tampoco sus únicos poseedores, por tanto: les exigía que guardasen la ley obligatoria para todo el cuerpo de iglesias y que no buscasen a su manera alguna innovación de reciente fabricación propia.

Los versículos intermedios solamente dejan en claro que lo que el apóstol está haciendo precisamente es prohibir a las mujeres hablar en la iglesia en términos absolutos. Su prescripción de silencio la lleva tan lejos hasta el punto de prohibir incluso hacer preguntas; y agrega con especial referencia a este aspecto que “es indecoroso” —tal es el significado de la palabra— “que una mujer hable en iglesia”.

Sería imposible que el apóstol hable de forma más directa o más enfática que como lo ha hecho aquí. Él exige a las mujeres que guarden silencio en las reuniones de la iglesia; pues eso es lo que significa “en la congregación”, ya que no había edificios para la iglesia entonces. Y él no nos ha dejado en duda en cuanto a la naturaleza de estas reuniones de la iglesia. Acababa de describirlas en los versículos 26 en adelante. Eran del carácter general de nuestras reuniones de oración. Observe las palabras “calle en la iglesia” del versículo 30, y compárelas con “callen en las congregaciones” en el v. 34. La prohibición de que las mujeres hablen, abarca así todas las reuniones públicas de la iglesia; pues se trata del carácter público, no de la formalidad. Y él nos dice en reiteradas ocasiones que ésta es la ley universal de la iglesia. Hace más que eso: nos dice que ése es el mandamiento del Señor, y enfatiza la palabra “Señor” (v. 37).

El pasaje de 1.ª Timoteo 2:11, etc. es tan vigoroso como éste, sólo que se dirige más particularmente al caso específico de la enseñanza en público y a cómo se debe cada cual conducir en la iglesia. El apóstol ya en este contexto (el v. 8 dice “los varones” en contraste con las “mujeres” del v. 9) había restringido específicamente la oración pública a los hombres, y ahora continúa: “La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio.” Ni la enseñanza ni la función de conducción se permiten a la mujer. El apóstol dice aquí, “no permito” en vez de decir, como en 1.ª Corintios 14:33 y siguientes, “no está permitido” porque él aquí está dando las instrucciones personales a Timoteo, su subordinado, mientras que allí anunciaba a los corintios la ley general de la iglesia. Lo que él manda a Timoteo, sin embargo, es la ley general de la iglesia. Y de esta manera avanza y fundamenta la prohibición en una razón universal que afecta la raza entera por igual.

En presencia de estos dos pasajes tan absolutamente claros y enfáticos, no puede apelarse a lo que se dice en 1.ª Corintios 11:5 para mitigarlos ni modificarlos. Cuál es el significado exacto de 1.ª Corintios 11:5, nadie lo sabe absolutamente. Se dice que toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, deshonra su cabeza. Parece justo deducir que si ella ora o profetiza, no deshonra su cabeza. Y parece aún más justo deducir que ella puede orar o profetizar correctamente si tan sólo lo hiciese velada. Estamos armando una cadena de inferencias. Y no nos han llevado muy lejos. No podemos deducir que sería apropiado que ella orase o profetizase en la iglesia si tan sólo estuviese velada. Nada se dice de «iglesia» en el pasaje ni en el contexto. La palabra “iglesia” no aparece hasta el v. 16, y allí no como rigiendo la referencia del pasaje, sino solamente como proporcionando un apoyo adicional para la prescripción del pasaje. No hay ninguna razón para creer que “orar y profetizar” en 11:5 quiera decir en la iglesia. Ni lo uno ni lo otro eran actividades limitadas a la iglesia. Si, como en 1.ª Corintios 14:14, el “orar” de que se habla era un ejercicio extático —como su lugar de “profetizar” puede sugerir— entonces la inspiración divina habría estado traspasando todas las leyes ordinarias con que se cuenta. Y ha habido ya ocasión para observar que la oración en público está prohibido a las mujeres en 1.ª Timoteo 2:8-9, a menos que lo que se esté considerando sea la simple asistencia a la oración, en cuyo caso este pasaje es un paralelo cercano a 1.ª Timoteo 2:9.

Lo que debe observarse como conclusión es:

(1) Que la prohibición de que las mujeres hablen en la iglesia es precisa, absoluta, y completamente inclusiva. Ellas han de callar en las iglesias, y eso significa en todas las reuniones públicas para adoración; ni siquiera han de hacer preguntas;

(2) Que a esta prohibición se le señala el punto particular precisamente para los asuntos de enseñanza y de dirección, incluyendo específicamente las función de anciano y de predicación.

(3) Que los argumentos sobre los cuales se funda la prohibición son universales y estriban en la diferencia de sexo, y particularmente en los lugares relativos dados a los sexos en la Creación y en la historia fundamental de la raza (la caída).

Quizás debiera agregar a modo de aclaración del último punto que la diferencia en conclusiones entre Pablo y el movimiento feminista de hoy está arraigada en una diferencia fundamental en los puntos de vista de ambos concernientes a la constitución de la raza humana. Para Pablo, la raza humana se compone de familias, y todos los diversos organismos –incluida la iglesia– están compuestos de familias, unidos juntos por éste u otro vínculo. La relación de los sexos en la familia la sigue por lo tanto en la iglesia. Para el movimiento feminista la raza humana se compone de individuos; una mujer es simplemente otro individuo a la par del hombre, y no puede considerar ninguna razón para ninguna diferencias al tratar con los dos. Y, si podemos ignorar la gran diferencia fundamental y natural de los sexos y destruir la gran unidad social fundamental de la familia en pro del individualismo, no parecería haber ninguna razón por la que no debamos eliminar las diferencias establecidas por Pablo entre los sexos en la iglesia; excepto, por supuesto, la autoridad de Pablo. Todo esto, finalmente, nos hace volver hacia la autoridad de los apóstoles, como los fundadores de la iglesia. Nos puede gustar lo que Pablo dice, o no. Podemos estar dispuestos a hacer lo que él ordena, o no. Pero no hay lugar para la duda en cuanto a lo que él dice. Y él nos diría ciertamente a nosotros lo que les dijo a los corintios: “¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios, o sólo a vosotros ha llegado?” ¿Es éste nuestro cristianismo: hacer lo que nos place? ¿O es la religión de Dios, que recibe sus leyes de él a través de los apóstoles?

sábado, 23 de julio de 2011

¿Puede haber alguna institución por encima de la Iglesia local?

Al igual que ocurriera en tiempos antiguos cuando los fariseos ocuparon un lugar dentro  de la religión hebrea que no les pertenecía, hoy también podemos encontrarnos organizaciones que quieren abarcar mucho más de lo que bíblicamente ha sido establecido y otorgado únicamente a la iglesia local.  
 Por alguna razón que entra dentro de lo increíble, tienen un gran impacto mediante internet y la posición de ese tipo de organización traspasa las fronteras de su país y llega a nivel mundial con un gran grupo de seguidores.
A esta organización, como si se tratase de una multinacional cualquiera, se le suman hombres avispados que ven en este medio una forma de adquirir protagonismo, satisfacer sus deseos más ocultos, que pueden ser muchos y variados, y presentarse con el respaldo de una organización religiosa.
El problema aquí nace  desde su misma raíz.  Dios no ha establecido organizaciones mundiales, ha establecido iglesias locales.  Iglesias que están en tu misma ciudad, que han debido de constituirse bíblicamente, que tienen relación con otras iglesias, que son reconocidas por sus iglesias hermanas, donde se guarda puro el testimonio, donde se predica el evangelio para la edificación del pueblo de Dios y la salvación de pecadores.
         Si alguna de las sucursales que esta organización tiene repartidas por medio mundo, comete un atropello. ¿A quién le vas a pedir cuentas?  Si predica un día una doctrina y al día siguiente la contraria, ¿A quién le vas a pedir cuentas?  ¿Bajo qué autoridad está?  ¿Cómo es supervisada esa sucursal para que no acabe proclamando un evangelio distinto al que aparece en las Escrituras?.
Si el que ha instalado esta sucursal de la gran central que está a 10.000 km decide marcharse a donde sus objetivos perversos le lleven y deja a las personas que aparentemente debía de dirigir, sin ningún tipo de guía, ni da explicación de nada, porque no está sometido a la disciplina de una iglesia local tal y como lo establece la Escritura ….  ¿A quién le vas a pedir cuentas? ¿Cómo puedes aplicar la enseñanza de Mateo 18 donde se establecen los principios cuando hay litigios en la Iglesia?  No puedes aplicarlos porque en realidad, NO HAY IGLESIA. Estos hombres se nombran  a sí mismos,  y ellos mismos se ponen en oficios que no les corresponden y que ninguna iglesia ha reconocido, por esa razón hacen y deshacen a su antojo, según la conveniencia de cada momento y sus intereses sectarios. Dios no les ha llamado. 
La importancia de lo que estamos exponiendo es vital para la salud de la Iglesia y de quienes la componen.
No hay ninguna organización que  pueda estar por encima ni al lado de la Iglesia. No hay ninguna institución bíblica aparte de la Iglesia local.   
No podemos aceptar ni tolerar que se establezcan organizaciones que tengan un peso y una responsabilidad que están por encima de la Iglesia local.
Cristo otorgó un papel decisivo a la Iglesia:  Efe 1:22  y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,
La iglesia tiene una autoridad que le viene otorgada directamente por Dios. No hay ninguna otra organización que pueda usurpar el papel y protagonismo que tiene la Iglesia en el plan redentor de Dios y en cuanto a la aplicación de la disciplina y enseñanza.   
Si esto no se observa, tendremos magnificas organizaciones mundiales, grandes estructuras religiosas… Pero…. ¿dónde figura lo que Dios ha establecido? ¿Dónde están los pastores vigilando diligentemente a la iglesia local? ¿Cómo pueden corregir el pecado si sus únicas preocupaciones son la grandeza del número y la influencia social que han alcanzado?
La Iglesia local tiene una misión definida:
Efe 3:10  para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales,
A la iglesia le ha sido dado este poder de anunciar las inescrutables riquezas de la Gracia de Dios no solo a los pecadores, sino también al mundo espiritual.
Por otra parte, para ser iglesia no tenemos que sumar un número importante.  A lo largo de la historia, normalmente, se han reunido pocos para adorar a Dios y ellos han sido iglesia: Col 4:15  Saludad a los hermanos que están en Laodicea, y a Ninfas y a la iglesia que está en su casa.
El Señor mismo dijo que donde hay dos o tres reunidos en su Nombre, allí está Él.  Y esto es aplicable a la iglesia local.
         Si Dios en su providencia nos da números, está bien, pero esto es algo excepcional.  La Iglesia de Dios, a lo largo de los siglos, ha estado compuesta por grupos pequeños de creyentes que han defendido y transmitido la fe de generación en generación.
         Hay muchas iglesias en el anonimato, que cumplen con fidelidad su cometido. Son íntegros delante de Dios, son luz en medio del lugar donde Dios les ha puesto, y es Dios mismo quien va añadiendo a su iglesia, cada día, los que han de ser salvos.
         No vemos protagonismo, no vemos la búsqueda de un gran nombre, no vemos alcanzar prestigio e influencia social, solo vemos una continua muestra de esfuerzo, sacrificio y temor de Dios para vivir en este mundo sobria, justa y piadosamente.
         Eso es lo contrario de lo que vemos en este  otro tipo de individuos  que  nos anuncia Judas:  Jud 1:13  fieras ondas del mar, que espuman su propia vergüenza; estrellas errantes, para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas.

viernes, 22 de julio de 2011

¿alimentando a las ovejas o entreteniendo a las cabras?



Raras veces ha hecho el diablo algo tan sutil como convencer a la iglesia de que parte de su misión es proveer entretenimiento a la gente con el fin de ganarlos para Cristo. Con esa filosofía la iglesia ha dejado de lado la predicación bíblica y ha ido progresivamente rebajando su testimonio hasta ponerse a coquetear con las frivolidades de la época excusándolas y tolerándolas hasta que finalmente ha terminado adoptándolas, alegando que lo hace para alcanzar a las masas.

Mi protesta contra esto es que entretener a la gente en la iglesia es algo de lo cual no se habla nada en las Escrituras. Si esto es parte de la obra de Dios ¿Por qué Cristo no habla nada de ello?

El dijo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.” Esto es suficientemente claro. También habría sido claro si Él hubiese dicho: “…y provean  diversión a quienes no les guste el evangelio.” Pero en la Biblia no hallamos ni una sola palabra al respecto. El Señor no parece haber pensado en eso.

También leemos: “Y Él mismo constituyo a algunos apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros.” ¿Donde están los que entretienen? El Espíritu Santo calla con respecto a ellos. ¿Por qué fueron perseguidos los profetas? ¿Por entretener a la gente o por negarse a hacerlo?

Las orquestas no tienen listas de mártires. El circo tampoco.  Usar el tiempo de la adoración a Dios para entretener a los oyentes está en oposición directa con la vida de Cristo y de sus apóstoles. ¿Cuál fue la actitud de la iglesia hacia el mundo? El Señor dijo: “Vosotros sois la sal de la tierra,” no dijo que somos caramelos, algo que el mundo saborearía; Él dijo, “sois sal,”  y eso es algo que el mundo escupe, no lo tolera.

Si Cristo hubiera introducido elementos más entretenidos y placenteros en su misión, sin duda habría sido más popular.  Yo no leo que haya dicho: “Pedro, corre detrás de la gente y diles que mañana vamos a tener un culto diferente, va a ser corto y atractivo, con poca predicación, vamos a tener una noche muy divertida, con obras de teatro, titiriteros, mímicos, música, todo agradable para que la gente se lo pase bien. Diles que van a disfrutar. ¡Date prisa, Pedro, tenemos que llegar a la gente!”

Jesús se compadeció de los pecadores, suspirando y llorando por ellos, pero nunca buscó entretenerlos. Seria en vano examinar las epístolas buscando algún indicio de entretenimiento evangélico. El mensaje es, “Venid, arrepentíos, limpiaos de vuestros pecados.” Cualquier cosa que parezca trivialidad es notable por su ausencia. Los apóstoles tenían una confianza ilimitada en el evangelio y no empleaban ninguna otra arma más que esa.
Después de que Pedro y Juan fueron apresados por predicar, la iglesia tuvo un culto de oración, pero ellos no oraron diciendo: “Señor, concede a tus siervos que con sabiduría y discernimiento hagamos uso de un entretenimiento sano para mostrarle a la gente cuán felices somos contigo.”    Sin embargo sí que vemos que no cesaban de predicar a Cristo y no tenían tiempo para estar organizando cultos entretenidos. Huyendo de la persecución,  iban por todas partes predicando el evangelio.  Fue de esa manera que trastornaron el mundo entero. ¡Esa es la diferencia!

¡Señor, libra a tu iglesia de toda la podredumbre y la basura que el diablo le ha arrojado! ¡Trae a tu iglesia de vuelta a los métodos apostólicos!

Finalmente, el método del entretenimiento falla en alcanzar el fin deseado. Lo que produce es confusión, especialmente entre los recién convertidos que miran perplejos estos métodos evangelísticos.

¡Que hablen y testifiquen los negligentes y escarnecedores que hay en las iglesias diciéndose cristianos y que agradezcan a Dios que la iglesia salió a buscarlos a medio camino! ¡Que se levanten los que siguen emborrachándose pero que testifican que las obras teatrales en la iglesia fueron el eslabón en la cadena que los llevo a la conversión! ¡Que no callen los cargados y trabajados que han encontrado paz espiritual y han sido sanados del pecado a través de los conciertos! ….  No hay respuesta. El entretenimiento no produce conversiones bíblicas.

La necesidad del momento para el ministerio es una fe llena de conocimiento unida a una intensa espiritualidad, brotando la una de la otra como el fruto brota de la raíz. Lo que necesitamos es la doctrina bíblica entendida y aplicada, de tal manera que encienda en los hombres el poderoso fuego de la santidad del evangelio. 

Extracto de sermón predicado por Spurgeon.
 Parece ser que no hemos avanzado mucho y que la Iglesia, en vez de cumplir con su misión de ser  columna y baluarte de la verdad, le gusta más bien ser una mera comparsa del mundo en el que le ha tocado vivir, siguiendo la corriente que le es más ventajosa a sus intereses mundanos, buscando el número de sus seguidores más que la calidad de su fe,  y mirando hacia otro lado cuando se la enfrenta con las grandes doctrinas de las Escrituras.  ¿A quién queremos engañar?